miércoles, 9 de abril de 2008

planeta perla - ricardo

-¡Que malo está el sol che!
Esa fue la primera frase del día.
Ya casi me había olvidado de aquel aparato que llegaba el noventa por ciento de los días tarde, dormido, con lagañas, despeinado y de vez en cuando con la bragueta abierta o la camisa mal abrochada.
Lo bueno dura poco; eso decía la chota de mi abuela y me ponía furiosa. Pero hoy comprobé que era una gran verdad. Volvió Ricardo Palomeque. Y a mi se me cayó un huevo.
Obviamente no era el mismo de las mañanas de invierno. Entonces habla relativamente poco, porque de las nueve horas de trabajo pasa siete u ocho estornudando y sonándose los mocos.
Mucho menos el de fines de noviembre. Ahí llega arrastrando los pies, con aquella cara de cansado, el pelo engrasado, la botellita de agua en la mano derecha y en la izquierda la bolsita de cartón en la que además del taper con el almuerzo trae un par de camisas para cambiarse durante el día porque transpira como un cochino.
Tampoco era el mismo que despedimos felices el treinta y uno de diciembre.
Era “Palomeque recargado”que volvía con sus delirios post veraneo en Rocha.
Nos miramos con la gorda Inés y cuando terminó de apoyar el traste en la silla, sabíamos casi de memoria cuales serían sus primeras palabras.
Un deja vù:
-“En un par de años largo todo y me voy a vivir allá”.
-“¡Pescado, loco! Hay que comer más pescado”.
Y aquella oficina, a la que todavía no llegó la era del aire acondicionado y lo único que revuelve el aire es un turbo James del año setenta y ocho, empezaba a jeder a pescado mezclado con Lynx, torta chivito y la imitación del 212 de Carolina Herrera que me regaló Marquitos para el amigo invisible.
La ambientación sonora hoy más que nunca estuvo a cargo del recién llegado, que este verano no rescató a ningún famoso a punto de ahogarse, no ayudó a los bomberos a apagar un incendio forestal y tampoco anduvo limpiando gaviotas empetroladas. No. Este año la noticia fue él mismo.
El día anterior a su regreso, cuando se acercó a su mujer para que lo untara con pantalla solar, parece que ésta le dijo:
-“¡Ay, amor, no te pongas nada a ver si agarrás un poco de color!
No podés llegar a la oficina blanco como cuando saliste de licencia. Tus compañeros no te van a creer que estuviste quince días en Rocha”.
Por supuesto, obedeció. Olvidó casi todas las precauciones tomadas en los días anteriores.
El resultado: achicharrado. Pero con una especie de antifaz blanco por los lentes de sol y una vincha del mismo color por la marca del gorro.
No paró de hablar en todo el día.

martes, 1 de abril de 2008

planeta perla - terrícolas

Si hay algo que me fastidia es que se pongan a hablar de los marcianos. Si son verdes, chiquitos, cabezones, malos, buenos, asexuados o hermafroditas; me da igual.
Es como le dije a Rosario el otro día:
-"Bastante tenemos nosotros acá, como para andar preocupándonos por ellos.
Si vienen en son de paz: ¡divino! Ojalá Dios me de vida para verlos. Quién te dice que con todos los adelantos que hay en la actualidad no podamos organizar unas buenas excursiones a Marte, Plutón o por ahí. Porque todavía no se sabe muy bien donde viven.
Ahora, como te digo una cosa, te digo la otra; y si es como vos decís y ellos vienen a llevarse el agua porque se les está terminando, prefiero no tener que ver eso. Porque se van a llevar el agua, las vacas, todo. ¡Van a terminar con nosotros!"
Pero en determinado momento me doy cuenta que esta abombada me había hecho engranar y de inmediato me dispongo a cambiar el rumbo de la conversación para un lado más positivo, como me enseñaron en el curso de metafísica. Trato de respirar más despacio y de visualizar una bola dorada sobre mi cabeza. Sentir paz, sentir que todo mi ser emana luz y soy luz. Estoy en armonía con el amor del universo... Pero no puedo; nunca pude hacer los ejercicios de metafísica en la oficina. Siempre hay alguien que tiene el don de interrumpir, en este caso la elegida era la Mirna. ¡Qué pesada! Además de marimacho(pobre), cree en los extraterrestres. Es ella la que alborota a las demás con esas pavadas y después no hay quien las aguante.
Había estado escuchando todito. Ahora había que escucharla a ella.
Una doctora. Magister en ovnis. La discípula número uno de Sixto Paz Wells.
Ya la vi venir: me miró por arriba de los lentes y me dijo que no podía ser tan descreída, que ellos existen y además están más cerca de lo que creemos.
Me dice:
-"Preguntale a Perla que no me deja mentir, si no es cierto que el verano pasado estando de vacaciones en Kiyú vimos tres o cuatro ovnis surcando el cielo en una misma noche. Y si no te alcanza con estos testimonios entrá en internet que hay muchísima información. Hasta fotos y videos de las naves encontrás."
Como si todo esto fuera poco, terminó diciéndome que ella como socia fundadora del grupo de avistamientos "averovnis" me invitaba sin compromiso a que yo misma comprobara su existencia.
Estaba como poseida tratando de convencerme. Tanto, que se olvidó de lo tacaña que es y se fue de boca. Prometió que si los acompañaba el fin de semana a Minas a una jornada de acercamiento y conexión con el mundo exterior me pagaba la estadía.
En ese mismo momento veo a Perla que estaba parada detrás de ella meta hacerme señas que indicaban que ella también iba que le dijera que si.
Nunca me voy a olvidar.Llovió todo el fin de semana.Estuvimos toda la noche sentados mirando p'arriba, empapados.
No vi ni medio marciano y encima me engripé. La puta que los parió.